domingo, 1 de agosto de 2010

Excès subordenné


Se había pasado mucho.
Había llegado a ver (o mas bien a observar desde la tranquilidad que te provoca un coctel de heroína y antidepresivos) su brazo derecho (el malo, pensaba Marvin), envuelto en llamas que lo lamían, crepitando al consumir su carne, procedentes de la botella de bourbon que ultimamente siempre llevaba por pulsera (salvo cuando tocaba, pensaba Marvin), iniciadas por un cigarrillo que seguiría flotando en aquella botella, mudo e impasible único testigo consciente de lo ocurrido, mucho después de que le encontraran sentado en la misma posición, no muy consciente de que algo había pasado.

Marvin se repetiría, muchos años después, la frase que entonces le había llevado a lo mas alto, y que le había hecho acabar sentado en aquel sillón.

-Que diablos, solo se vive una vez

1 comentario:

Unknown dijo...

Solo se vive una vez...
Bonita frase
Un Beso :)