
Y le quitaron su autobús, que era por lo que él vivía.
Le quitaron el chillido ahogado y antiguo del viejo trasto,
a la rubia bronceada de la 3ª con Gold Avenue,
y a Rita, que siempre dejaba una ilegal propina,
o unos buenos pitillos, que cayeron en vacío,
como él,
a las pocas semanas.