¿Y si hiciera esa llamada?
Contaba los segundos como minutos...
Los minutos como horas...
Las horas como días...
Los días como años...
los años como vidas....
Y, logicamente, un segundo después,
todo habia terminado.
Él yacia muerto, pero sonriendo, aún con el número de teléfono tatuado en su mano.
cortesia de El murullo de las Cucarachas, os veo el miercoles.